miércoles, diciembre 12, 2007

Si alguien va a Arandas traigame un tequila Don Nacho

A Ambientar el ambiente respondieron muy pocos susodichos. Mario no estaba en condiciones de facilitar la carpintería asi que nos fuimos al conocido y reconocido antro bar El Limón, así llamaremos de hoy en adelante el patio trasero de la casa de Coyote y el Inge.

A las siete de la noche aún no teníamos cantaritos así que no había certeza de que en realidad ambietáramos el ambiente. COmo en aquellas tardes de hace ya varios años, sólo integrabamos el comité Fabián, Neto y yo.

Tuve que ir a arriesgar el físico y meterme en una calle que no conocía con exactitud para encontrar los cantaritos requeridos: sólo había tres. Yo aparte el mío y lleve los otros dos para quien los agandallara. Me costaron diez pesos los tres.

Llegué a la casa de Neto y el cabrón del Inge tuvo el atino de decirme que me veía folckórico, ni el fotográfo de moda en la ciudad (o sea Fabián) llevó su cámara. Valiente fotógrafo tenemos. En fin, yo llevaba mis huaraches calzados, en la mano izquierda la botella del tequilo Don Nacho, y en la izquierda los tres cántaros. Supongo el Inge tuvo razón.

Me encontré al Patiño. El compa aquél con el que empecé a hacer radio hace también muchos años. Él no alcanzó cántaro.

Los cántaros se prepararon con singular pulcritud y atino. Nunca entendimos porqué Neto y Fabián tardaron más de media hora en conseguir una botella de sangrita y hielo. Suficiente para preparar botana e ir por un cartón de cervezas que espero aún exista porque nadie tocó.

Reímos, sí.
Cantamos, sí.
Se ambientó el ambiente, sí.

¿Cómo es que eso pasa? Nosé.

Pero si alguien va a Arandas traígame una botella de Tequila Don Nacho y con gusto repetimos el experimento.

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