jueves, enero 14, 2010

La coma y la carreta

He querido escribir este post durante todo el día y no han habido comas suficientes para darle un respiro a mi alma, murió, sí murió.

Hoy, fue un día triste para muchos egresados de Ciencias de la comunicación del ITESO. Falleció Raúl Mora SJ, maestro de los que marcan época, que significan mucho para todos y que son un auténtica guía. Para mí, además de todo eso fue mucho más. Mi maestro en el salón seis meses y mi asesor de tesis durante dos años.

Su clase, Análisis del Discurso, era mitológica para los de la carrera, quienes ya la habían tomado advertían que habían clases de baile: danzón, salsa y tango. Que se organizaban muchas comidas y que todas eran académicamente significativas. Era lo especial de esa materia.

Para argumentar, los enterados platicaban que tan visionario en esa área de análisis semiótico (de símbolos, sentido y significado) era Raúl, que su tesis de Doctorado estaba basada en una coma. El análisis de la obra completa de Alfonso Reyes en el que gracias a una coma, descubrió y entendió que un poema, estaba dedicado a su padre. Todo debidamente documentado y fundamentado.

Por Dios que el padre Raúl también era una mina de diamantes. Fue reportero de Proceso en Nicaragua al triunfo del Sandinismo. Escribió en la misma mítica revista la noticia que dió cuenta de la muerte y obra de Jean Paul Sartre. Y entre muchos otros, fue el inventor de un ITESO con esa visión social, humana y cristiana del mundo, que a tantos nos tiene marcados.

Quizá cuando más recuerdo a Raúl es con una lectura alterna de la obra Los Justos de Albert Camus. Ahí hay una parábola que analizada con los métodos moristas le da sentido a mi vida, o por lo menos pretendo que se lo dé. Camus no terminó esa historia, de hecho no sé si aparezca en un auténtico libro religioso. Pero va a las de acá.

"Un sabio y religioso monje recibió la invitación para entrevistarse con Dios. Lo citó un día en la cima de una montaña alta y hermosa. La emoción del personaje fue mayúscula, apenas podía imginar lo que significaría un encuentro con Dios, lo que le podría preguntar, lo que podría saber, el mensaje del que sería poseedor.

Cuando caminaba hacia la cita, se encontró a un hombre cuya carreta se había atascado en el lodo. Vestido con sus mejores ropas (dignas de una entrevista con Dios) dudó en ayudar al hombre en desatascarse y luego seguir su camino. El proceso fue largo y terminó todo sucio. Llegó ya al oscurecer a la cima alta de la montaña. Dios ya no estaba".

Una primera lectura es que a Dios le molesta la gente impuntual. Pero la lectura importante es la que aprendimos todos los que convivimos algún momento con Raúl. La cita con Dios, la cita con la trascendencia, con la vida, no es una cima alta y hermosa llena de flores y halagos. La cita, siempre es en la carreta. Ayudando a quien lo necesita. Ensuciando las mejores ropas. Dios no es la fama, ni el dinero. Es el servicio.

En cada acción espero ser un digno alumno. En cada página escrita de aquella tesis sabía que estaba lejos de ser tan buena como tantas que asesoró o que hizo, pero la hicimos con esa intención.

Mi corazón, el de cientos de personas, necesita una coma, para dar un descanso, para tomar un respiro y para ir al encuentro de Dios en la carreta, siempre en la carreta.

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